En un lugar de La Mancha de cuyo nombre más vale que no me acuerde, vivía Satur, un cincuentón soltero y sin compromiso muy conocido y querido en el pueblo. Tenía por oficio cerrajero y era muy mañoso y sobre todo muy trabajador y tenaz. Era todo un artista en lo suyo, Nada se le resistía y cuando algo se le metía en la cabeza, tarde o temprano lo sacaba adelante. Un fin de semana sí y otro no, iba con unos cuantos amigos a Tomelloso, a una de esas casas donde, por un precio razonable, unas señoras y señoritas, aliviaban sus necesidades sexual
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