Las primeras masas para bizcocho preparadas aparecieron en los años 50 en Estados Unidos. Sorprendentemente, fracasaron porque hacer el pastel era demasiado fácil y le quitaba mérito a la cocinera. Entonces los fabricantes decidieron quitarle un ingrediente, el huevo. De esta manera, las amas de casa se sentían más útiles, sentían que su contribución era necesaria para el resultado final y empezaron a comprar el producto. A esto se le llama el Efecto Ikea (descripción prestada y enlace descubierto en
elcocinerofiel.blogspot.com/ ).