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El desquite del cerdo

El hombre lo ha sometido a brutales escarnios. No solo lo apalea antes de cortarle la cabeza –que luego exhibe coronada de burlas, con el inri de las tentadoras “lechonas” fabricadas con sus tripas–, sino que le ha endilgado infamantes epítetos para mantenerlo por el físico suelo: puerco, cochino, marrano... Ya se ve que el cerdo también sabe producir pánico y amenazar las finanzas. Es un gran economista. Y un gran filósofo. Está en su hora, y hará todo lo posible por castigar la estupidez del hombre.

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