No se han apagado aún las brasas de la rebelión popular en Túnez y ya arde El Cairo. Donde los principales medios de comunicación de Occidente sólo veían terroristas potenciales, ahora descubren pueblos oprimidos sedientos de democracia(..)Aparte de llamar a la calma y desaconsejar los viajes a El Cairo, ¿qué más tienen que decir el Gobierno español y su ministra de Exteriores? Falta una condena expresa, alta y clara, de la represión utilizada por el Gobierno de Mubarak contra la población civil
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