Leyendo el artículo del País sobre opositores no deja de sorprenderme lo increíblemente absurdo del sistema de contratación pública español. La idea de tener a cientos de miles de universitarios en la flor de la vida estudiando durante años para presentarse a unos exámenes larguísimos, básicamente arbitrarios y excesivamente legalistas puede que fuera buena idea en el s.XIX, pero a estas alturas es un engendro absurdo.
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