El propietario recibió en su domicilio habitual de Andorra una llamada de la Inmobiliaria preguntándole si había cambiado la cerradura del piso que tiene en alquiler: «Sentí una impotencia total. Estaba a mil kilómetros y lo primero que pensé es que podían haber entrado okupas». Pero la explicación era otra, por inverosímil que parezca: un error al ejecutar una hipoteca. Unos días antes se había presentado un notario o un secretario judicial con un cerrajero, abrieron y cambiaron la llave.
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