Durante la evolución el ser humano ha tenido que responder a los estímulos de luz solar de día y oscuridad de noche. Esta capacidad de respuesta a la luz natural se llama ciclo circadiano, y traza un ciclo de 24 horas coincidiendo con la duración de un día. De ese modo una iluminación deficiente contribuye a la depresión y otros desórdenes del organismo como agotamiento, falta de concentración o dolores de cabeza.
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