La inquietud de las élites se centraba sobre todo en Cataluña, donde la CNT tenía más de 400.000 afiliados en 1919, lo que representaba casi la mitad de su militancia, un tercio de los cuales se encontraba en Barcelona. Este poder de los Sindicatos Únicos de Barcelona quedó patente en 1919, con la huelga en la empresa Riegos y Fuerza del Ebro, Sociedad Anónima, una compañía anglo-canadiense conocida localmente como La Canadiense.
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