En los últimos años, la República Popular de China ha incrementado de manera notoria su arsenal de misiles balísticos, tanto nucleares como convencionales. Unos movimientos que han obligado a Estados Unidos a prepararse de cara a un eventual conflicto entre las dos mayores potencias del mundo. Washington está trabajando en mejorar sus capacidades contra este tipo de misiles. Una de sus últimas novedades ha sido el lanzamiento de un interceptor SM-3, capaz de derribarlos, desde un contenedor en el ejercicio Pacific Dragon.
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