C&P-BOSTON, EEUU (Reuters) - Cuando Sarah Roisman tenía 11 años, sus médicos le recetaron Klonopin, un relajante muscular, para tratar un desorden psiquiátrico que le provocaba ataques: el medicamento la hizo sentir bien y ella se acostumbró a utilizarlo a medida que sus ataques desaparecían. Sin embargo, fue entonces cuando comenzaron sus problemas de adicción. A sus 14 años, la adolescente, que vive en las afueras de Filadelfia, EEUU, en una zona residencial, llevaba una peligrosa doble vida
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