Durante años fue uno de los secretos mejor guardados de la industria farmacéutica estadounidense. Los llamados «estudios científicos fantasmas», obras de investigación escritas en realidad por trabajadores de grandes corporaciones pero que más tarde eran atribuidas a prestigiosas universidades, han conseguido colarse en la última década en algunas de las revistas científicas más importantes del mundo. Esta práctica fraudulenta, y cuyo único objetivo es promocionar los nuevos medicamentos en el mercado, podría tener los días contados.
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