Se me ocurren mil cosas más para justificar la permanencia de la filosofía en las aulas. Al fin y al cabo somos seres racionales, vivimos (y, a veces, morimos) por ideas, y desarrollar esa condición y conocer las más grandes ideas que han parido o descubierto los filósofos bastaría para justificar con creces la relevancia de esta asignatura. A veces me pregunto cómo podría alguien opinar, votar, creerse de verdad algo o alguien sin conocer todas esas ideas. ¿Cómo podría, por ejemplo, ser ateo, o cristiano, o creer lo que dice la ciencia, u opin
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