En septiembre de 1976, el joven doctor Peter Piot recibió en su laboratorio del Instituto de Medicina Tropical de Amberes un paquete procedente de Kinshasa que contenía un pequeño termo. "Era un tarro normal, como el que cualquiera usaría para mantener el café caliente", explica Piot. Pero en su interior se escondía una amenaza desconocida. "Cuando abrimos el termo vimos que uno de los viales se había roto y la sangre se mezclaba con el hielo derretido", recuerda. Y al poner la muestra al microscopio vieron "una estructura gigante en forma de..
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