Activistas de Greenpeace volcaron en la puerta del Ministerio de Medio Ambiente de Tailandia once toneladas de papaya modificada genéticamente para concienciar a la población tailandesa de los peligros del cultivo transgénico. El resultado fue que en cuestión de media hora, las toneladas de fruta desaparecieron porque la gente, sencillamente, se las llevó a casa.
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