En la mayoría de casos lo que sucede es que el centro deja desamparada a la víctima, que acaba por cambiarse de colegio, mientras los acosadores se quedan, con pocas consecuencias para ellos, reforzando su sensación de impunidad y propiciando que repitan las conductas con otro chaval. "Después de muchísimas reuniones lo que se consigue es que el niño se quede en su casa con un importante daño mental y con suerte inspección educativa le otorga un maestro en casa", explica Fanny Albarración, madre y activista en "El Iceberg del Bullying".
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