La novela Dune (Dune, 1965), de Frank Herbert, siempre ha atraído de forma poderosa a los cineastas, desde la famosa versión no rodada de Alejandro Jodorowski[1] hasta la polémica adaptación de David Lynch[2], con sus diversos montajes. Ahora que la técnica ha adelantado una barbaridad parecía el momento adecuado para abordarla de nuevo, si bien tanto la longitud del libro como, sobre todo, la escasa acción de que dispone, relativamente, la hacía poco aconsejable para los cánones comerciales actuales.
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