En nuestro país los trabajadores están divididos en dos grupos: unos “protegidos”, con contratos fijos e indemnizaciones por despido elevadas, y unos “precarios”, en trabajos temporales e indemnizaciones reducidas. Pertenecer al segundo grupo supone un handicap: los trabajadores temporales ganan menos por el mismo trabajo, retrasan la decisión de tener hijos, y se forman menos. Pero, sobre todo, son los trabajadores temporales los que absorben el grueso del desempleo en periodos de recesión.
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