La venta y consumo de sustancias ilegales no sólo son habituales a la salida de colegios, bares, o de las propias casas de los familiares, muchos de los escolares alquilan pisos para poder drogarse. "Ponemos un bote para pagar el alquiler y después otro para pillar, 300 euros o así", ha confesado una de las menores que aparece en el reportaje. En 50 minutos se muestra lo que ya son secretos a voces: tráfico de drogas en centros escolares a menores, profesores intimidados e incapaces de educar a sus alumnos y padres frustrados.
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