Sánchez Dragó ha anunciado solemnemente que no estará en Catalunya por Sant Jordi. Tamaña noticia ha parado las redacciones de los periódicos, ha hecho temblar la montaña de Montserrat y ha derretido las monas de chocolate. ¿Cómo podemos vivir un día del libro sin este amante del sexo tántrico, escritor a tiempo libre –él o sus negros reconocidos–, cuyo amor por las niñas suscitó un edificante episodio de digno recorrido mediático? ¿Cómo podemos disfrutar de Sant Jordi sin su categoría moral, su fina educación y su amable lengua?.
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