Dos chavales norteamericanos se convirtieron en traficantes de armas por Internet sin salir de casa. Al final el Pentágono los detuvo cuanto tenían ya en marcha un contrato de 300 millones de dólares y un avión 747 cargado con decenas de palés con rifles de asalto, millones de cartuchos para AK-47s, granadas, morteros, misiles y otros juguetitos impropios de su edad.
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