No había que ser muy listo, pero los gestores de Panrico han tardado la friolera de 13 años en darse cuenta. Panrico ha vuelto a lo que solía ser, una empresa gestionada con criterios familiares, cero deuda y basada en un producto tradicional, poco sano por cierto: los donuts y la bollería. Ha hecho falta más de una década y la ruina de muchos para certificar que todo un modelo financiero,
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