Someterse a un tratamiento de reproducción asistida siempre es un proceso complejo que implica varios factores, el más importante de todos ellos el de la ilusión de unos padres que el destino se resiste a que lo sean. Ya sea mediante inseminación artificial o fecundación in vitro, muchas mujeres se ponen en manos de las Venus del Siglo XXI, las clínicas de fertilidad. Y, claro, para que haya un embarazo siempre son necesarios un espermatozoide y un óvulo al que fecundar, lo que conlleva que haya alguien que los done.
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