Don Max, un sacerdote joven de aspecto jovial, está entre los náufragos del Costa Concordia. El clérigo dijo a sus parroquianos que no contaran con él en unos días, que se iba a realizar ejercicios espirituales. El pueblo, de 15.000 habitantes, situado cerca de Milán, no sale de su asombro. El crucero de lujo no parece el mejor lugar para establecer un contacto místico.
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