Hay muchos tipos de corrupción, pero dos son muy claras y muy importantes. Una es la política y la otra, la administrativa. En España la política llegó a alcanzar niveles insoportables, pero la de la administración, en los funcionarios y en el día a día, es la más grave. Primero, porque afecta de forma directa a los ciudadanos y, segundo, porque una vez instalada, cuesta mucho reducirla y es lo que diferencia a un país del primer mundo de los que no lo son. El caso de la lotería perdida en A Coruña lo pone de manifiesto
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