Iba perfectamente disfrazado. Vestía el uniforme azul marino del Cuerpo Nacional de Policía. En el cinturón portaba una pistola, aunque nadie sabía que era de aire comprimido, así como un spray de defensa, un bastón extensible y cómo no, los indispensables grilletes. Es decir, el equipo completo. Sólo le faltaba el compañero.
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