Rápidamente, las bendiciones y buenaventuras dejan paso de nuevo al odio y el ridículo cuando varios tipos sacan un muñeco que representa a Pedro Sánchez y entre la locura de Ferraz, que parece poseída por el espíritu de un Mauricio Colmenero empastillado, lo ahorcan del semáforo que separa calle Ferraz de Marqués de Urquijo.
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