Jamie Durrant, que trabajaba en Londres diseñando juegos para Xbox, presentó una demanda contra la empresa por "discriminación basada en la orientación sexual", afirmando que al recibir insultos y burlas de sus compañeros de trabajo, la empresa carecía de políticas para detenerlas, y se le pidió firmar un documento comprometiéndose a no presentar quejas formales y declarando que le satisfacía el modo como Microsoft manejaba la situación, a lo que, según dice, se negó. Hasta ahora, Microsoft no ha hecho declaraciones al respecto.
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