Las mujeres cobran menos que los hombres y además tienen menos posibilidades de superar entrevistas de trabajo y procesos de selección de personal frente a ellos. A esto es lo que solemos atribuir como discriminación de género, porque precisamente es el género uno de los factores clave en la decisión de contratación, sin tener en cuenta los parámetros que, de forma objetiva, influyen en la capacidad y desarrollo profesional del candidato o candidata para las labores que tienen que desempeñar.
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