Ocurrió en el Hvarosláv Soporsky Teatry, durante una ejecución de la Sinfonía Letárgica de Gustav Tedious. El director, Andreas Bostezov, de 66 años, conducía con lenta seguridad el tercer movimiento en adagio dormente cuando, de pronto, en un gesto impetuoso de la batuta que venía a significar «los del oboe, espabilarse», vio brotar del palitroque un espectacular haz de luz blanca, acompañado de un estallido de energía que hizo volar todas las partituras y despertó prácticamente a toda la sala.
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