Aunque la mayor parte de la polémica se la lleva el aspecto económico, lo más lamentable de los planes de dar un iPhone 4 a cada diputado del congreso en España y un iPad para cada eurodiputado del Parlamento europeo es la ausencia de una crítica del modelo Apple de aceptación de aplicaciones. Los "representantes del pueblo" en España y en Europa sólo podrán ejecutar en sus equipos lo que unos ejecutivos de una multinacional americana decidan que pueden ejecutar. | Artículo de opinión.
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