Para salvarse de la extinción no queda otra que encomendarse a San Darwing y aprender de los cocodrilos: adaptarse y cambiar de comida. Porque la comida a la que estábamos acostumbrados se la comen otros depredadores más fuertes y especializados. Al buscar nuevas fuentes de alimento nos daremos cuenta que no son tan abundantes como las acostumbradas. No habrá para todos. El mercado, como la naturaleza, es dura y acabará con el último en adaptarse.
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