Un microscopio de bajo coste y del tamaño de una gominola podría permitir a los científicos observar el funcionamiento interno de animales vivos en movimiento con mucha más facilidad. El dispositivo es suficientemente pequeño y ligero -pesa menos de dos gramos- como para ser montado sobre la cabeza de un roedor, donde puede capturar la actividad de hasta 200 células cerebrales individuales a medida que el animal explora su entorno.
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