Imagina ser recordado en las plazas públicas de esa guisa bajo la mirada atónita del transeúnte y la visita de las queridas palomas cuyo subproducto, en estos casos, está más que justificado. Al menos el museo de cera tiene la decencia de esconder sus vergüenzas. A continuación, ofrecemos esta panoplia de monumentos erigidos para el olvido, eso sí con mucho amor.
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