Había que seguir el ADN y eran años de hijos bastardos o no reconocidos, no siempre era fácil. Tuvieron siempre la colaboración de la iglesia y se sorprendieron de su minuciosidad en los registros históricos. En documentos de hace decenas de años se anotaba, junto al nacimiento de un bebé, el que podría ser el verdadero padre o las sospechas sobre quién podría serlo. A principios de 2022, se había logrado reconstruir una línea genealógica donde podía pertenecer el asesino.
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