A Elena Herrera le quitaron su hija después de cobijarla y amamantarla toda la noche. Solo esa primera noche la tuvo entre sus brazos. Por la mañana, llegó un doctor y se la llevó. Luego le dijeron que su pequeña recién nacida estaba muerta, pero ella no lo creyó. Nadie le dio ni un certificado ni le mostraron el cuerpo. Cuenta que llegó a su casa tras recibir la noticia y la leche le corría por los pechos: "Por eso yo creía que estaba viva", dice.
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