Agosto de 2015. Una playa cualquiera. Entre cachimbas, cubatas y risas, todos los miembros de La Manada se fotografían en grupo. Aparecen sonrientes, relajados. Sin saberlo, la persona que hace la foto de aquellos chicos musculados está retratando a los siete integrantes del chat de Whatsapp por el que, casi un año después, circularán los vídeos de los abusos sexuales cometidos por cuatro de ellos sobre dos mujeres, una en mayo, en Pozoblanco (Córdoba), y otra en julio en Pamplona (Navarra).
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