Las profanaciones de tumbas se han convertido en un problema de seguridad ciudadana. Todos los años varias decenas de cementerios sufren este acoso, que parece esconder desde rituales satánicos hasta actos de simple vandalismo. Pero ¿qué impulsa a una persona a adentrarse en un cementerio para mancillar a los difuntos? ¿Qué pasa por la cabeza de un sujeto antes de profanar un nicho o una tumba?
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