Cuando en 1961 el Gobierno de Botsuana reconocía la Reserva Natural del Kalahari Central como el hogar ancestral de los indígenas que la habitaban desde hacía al menos 20.000 años, no tenía ni idea de que estaba cediendo -a sus dueños, eso sí- un terreno plagado de diamantes. Y desde que esta información salió a la luz en los años 80, de poco le ha servido a este pueblo ser "los hijos e hijas de los primeros seres humanos", como ellos mismos se definen. Su propia supervivencia y la de su cultura, su estilo de vida, están en serio peligro.
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