Cae la tarde en el invierno que coquetea ya con la primavera y el silencio se adensa hasta hacerse audible entre la madera y la piedra del centenario caserío Lekunberri, erigido en un mar de verdes a diez kilómetros de Mondragón. Eduardo Madina y Borja Sémper llevan horas desgranando -contándose a sí mismos, el uno al otro y a quienes les leerán- cómo transformó sus vidas la duradera, tenaz e implacable amenaza de ETA a la que los terroristas pusieron fin hace una década, el 20 de octubre de 2011.
|
etiquetas: madina , eta , borja semper