Sentado en el sillón del paraíso ofrendado a las sensibles plumas de la inmortalidad, Julio Cortázar siente un dejo de repentina nostalgia. Aficionado al boxeo, se sorprende ante el irracional cosquilleo que le provocan las artísticas hazañas de Lionel Andrés Messi. Cerebral, estima que la tormenta afectiva del fútbol será pasajera. Acto seguido, prosigue con la liturgia de la lectura, sanadora de afligidas almas tentadas por la cautivante doncella de la eternidad.
|
etiquetas: cortázar , messi , fútbol