De piedra se quedaron los agentes de la Ertzaintza cuando, en lo que parecía iba a ser una revisión rutinaria del vehículo de un sospechoso, hallaron un fusil con el cañón rectificado y una especie de silenciador casero. Y todavía más sorprendidos se quedaron cuando al preguntarle para qué utilizaba semejante arma respondió: «para cazar palomas».
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