Los agentes de la Policía Local de Granada que acudieron el pasado fin de semana a un aviso de robo en un banco no se lo acababan de creer. La sucursal de una caja de ahorros en pleno centro de la capital, en la calle Gran Vía, había sido forzada, pero el asaltante no pretendía hacerse con la caja y huir, sino, simplemente, buscar un sitio cómodo para dormir. Era un vagabundo que se había acomodado en los sillones de espera junto al despacho del director y roncaba a pierna suelta.
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