En su país de origen siempre se le llamó ‘Billy el Niño’, pero el apodo que lleva quince años acompañando a Jonas Sture Falk es el que le dieron las autoridades colombianas: “El Pablo Escobar Sueco”. La comparación, viniendo de donde viene, no es baladí. Todo el mundo sabía quién era y lo que hacía, le gustaba fanfarronear de su influencia y operaba como uno de los “bancos del narcotráfico” en Europa, pero nunca tocaba la mercancía. Nunca se manchaba las manos.
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