Descuartizar el cadáver de una persona a la que no has matado y lanzarlo, como sostiene Palma que hizo, en varios contenedores puede ser brutal, pero no constituye en sí mismo un delito, sino en todo caso una infracción administrativa por infringir el reglamento de policía mortuoria. Haber declarado que la descuartizó puede, en otra oscura paradoja, protegerlo del descubrimiento de vestigios orgánicos de Marta, como manchas de sangre, en su casa o en su coche.
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