Ya lo dice el refrán: «Si por fiar tengo amigos y los pierdo por cobrar, para evitar enemigos lo mejor es no fiar». La peluquera no siguió este consejo y confió en la palabra de su clienta, que le dejó a deber treinta euros. Como no le pagaba -declaró tras ser detenida- decidió encerrarla en su negocio. Pero al final fue ella la que se llevó un escarmiento. La Policía Local la arrestó por un presunto delito de detención ilegal.
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