Aunque el transporte público empieza a no ser una opción tan barata (sobre todo, en Madrid), a los españoles no le ha quedado más remedio que dejar el coche aparcado en la puerta de su casa. Con los precios de los carburantes encadenando máximos (el litro de gasóleo cuesta más que dos de Coca-Cola), el consumo cae a niveles desconocidos y, en consecuencia, lo que el Estado recauda por impuestos mengua en proporción. Por ejemplo: sólo en 2011, el consumo de carburantes en España se ajustó en un 6,3%, lo mismo que se redujeron los ingresos que..
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