La historia de un puente que tuvo que ser demolido sólo 8 años después de su inauguración. El puente, que seguramente aportaba soluciones al tráfico, fue un despropósito ambiental (prácticamente se metía en los balcones de las casas) y urbanístico. Los tribunales ordenaron su demolición pero el Ayuntamiento retrasó la ejecución de la sentencia todo lo que pudo, hasta que multaron al alcalde que tuvo que pagar la multa de su bolsillo. A partir de ahí, se aceleró el derribo. La construcción costó 1'1 millones de euros, el derribo 0,76 millones.
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