Para Luis Ramos Riesco, el lunes 14 de noviembre no era un día más. Era su primer día de trabajo en la mina. Lo que no podía saber, ni él ni su familia, es que ya no volvería a despertarse. Y que era el inicio de una sucesión de hechos dolorosos que ponen al descubierto, de mínima, la manera vergonzante de proceder de algunas empresas.
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