El día 16 de mayo, hizo dos años que murió Teo el loco. Mi amigo. Mi hermano del alma. Mi compañero de tanta vida de mierda y tantos viajes a ninguna parte. El que me dejaba pasteles dentro del buzón en el día de mi cumpleaños, y me enseñaba a pelear en el patio del centro de menores de Alcalá. Se me olvidó. La vida ahora es suave y no pesa, y está bastante llena de cosas buenas, así que pasó el día y se me olvidó. Y hoy, en el coche, durante el camino de vuelta, de pronto me acordé.
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