Una de las consecuencias más negativas de la actual crisis es el aumento de la desigualdad social. Una desigualdad moderada, como por ejemplo la que tienen los países escandinavos, es positiva y deseable: fomenta la innovación y la meritocracia y contribuye al desarrollo económico. En cambio una disparidad de ingresos excesiva constituye un serio obstáculo para el crecimiento: disminuye la demanda agregada, aumenta el conflicto social, etc...
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